Lee el siguiente texto de Francisco Umbral. Puede ser que tengas que leerlo varias veces. Algunas de las palabras que no entiendas puedes buscarlas en un diccionario. No te preocupes si no entiendes todo, intenta imaginar las sensaciones que el autor recrea en su texto al pelar y comerse una naranja.
Piensa en alguna comida que te guste o que detestes, no importa. Cuando la tomas, ¿qué sensaciones tienes?, ¿te trae recuerdos?, ¿piensas en algo? Imagina que tomas una comida o una bebida y cuenta las sensaciones que te produce o fantasea con que te transformas en algo al tomarla.
Pelar
una naranja, descortezar el mundo, desvendar el seno de una momia
adolescente. Me como una naranja y tengo un día anaranjado. En
rigor, una naranja me devora por dentro. Necesita de mí para
transformase en otra cosa, para sobrevivir, y cuelga ya, naranja otra
vez, al final de los tiempos, del árbol dorado de mi vida.
Toda
depredación es una redención. Todo canibalismo es una asunción.
Voy a comerme otra naranja. La naranja me ha iluminado los interiores
como un sol en gajos, y ha quedado ahí la ese rosa y blanca de su
cáscara. Qué nalga breve y pugnaz del mundo acaricio en la naranja.
Se reparte su sabor, su olor, su química, por todo mi cuerpo y
aprendo más de la vida, del mundo, del tiempo, gracias a la naranja,
que en todos los libros de Kant y Platón. Llevo ya dentro un fanal
anaranjado, y siglos de experiencia, sabiduría, decantación,
licores, azúcares metafísicos y veranos líricos, que estaban
empaquetados en la naranja, que la habían hecho posible. Comer una
naranja, desvendar el seno dorado y egipcio de una adolescente. Si
hay que creer en algo, yo creo en la naranja.
Francisco
Umbral, fragmento de Mortal y rosa.
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